Núria y yo tenemos el nuestro y por suerte, nuestro sitio es compartido. Supongo que ya nos hemos acostumbrado a convivir con el recuerdo diario y constante de aquel sitio al que siendo realistas, supongo que no volveremos y donde supongo que no terminaremos nuestros días, pero, ¿por qué no?.
Nuestro sitio es Alaska, bueno, más concretamente alguna de las casitas con perros, moto de nieve, cobertizo para leña, lago y avioneta en medio del bosque, en "la carretera" donde empieza a ver el fin la travesía panamericana y donde si te pones al lado de la vía, el tren frena para que te montes en marcha.
Me resisto a pensar que no volveremos, desde que pasamos dos semanas por allí, recuerdo a diario al bonachon trabajador de la estación de Talkeetna, estresado en verano por sus 3 trenes de pasajeros diarios y 1 de mercancías con 5 personas de media por tren, añorando los inviernos de 3 trenes semanales. Trabajador al que su madre había dejado allí viviendo en su Talkeetna natal, para venirse a vivir a Javea, ya ves tú y nosotros pensando que no volveremos nunca por allí.
¿Por qué no?.
Última casa de norteamérica a orillas del oceano.
(siempre he querido ir a ver la corriente que debe haber en esa casa si te dejas las puertas abiertas).
Anchorage hoy.
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